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sábado, 1 de febrero de 2014

22 Daggers (2012)

Las bases frías
que la anteceden,
la algarabía
que, por mí, intercede.

Precipitadas
las decisiones,
y, sin pensarlo,
son agresiones.

A esta alma impura
que está en la lucha
y no encuentra cura
a la amargura.

Palabras suaves
maquillan sentimientos:
crean deslaves
en el ensimismamiento.

Ya los escudos
están diezmados,
contempla, ¡vamos! contempla
el monstruo que has creado.

Y la esperanza
es la nube negra,
y tus palabras
ya la celebran.

Pues ellas, ya
se tornan vanas,
en la mugre
de la conciencia insana.

¿Habrá un mañana?
Cabe la pregunta,
pues ya las peleas
se hacen mudas.

Sabor amargo
en cada interludio,
viene tu fracaso
con mi repudio.

Y atento estudio
tus movimientos,
que son cimientos,
con poca base.

Si se acabase
te arrepentirás,
y en poco tiempo
no habrá vuelta atrás.

Se tornan dolorosas
las pantomimas,
crueles esbozos
de armas mezquinas.

¿Serás la voz
dentro de mi mente
cuando la duda se vuelva contra mí,
se haga presente?

Una vez más,
no encuentro el atajo
para mantener a raya
los altibajos.

Viene la curva
y no tengo frenos;
sutil, sí,
fue sutil tu veneno.

Y ahora temo
por el nuevo día,
de café caliente
y de vida fría.

De a momentos
pienso en la soledad,
en mi inconformidad,
en tu mezquindad.

Ya no somos niños,
y ésto no es un juego,
encendimos fuego
entre amor y cariño.

Las palabras
no concuerdan con tus actos,
y se cierra el pacto
con cada puerta que abra.

Así será,
aunque tuerzas tus discursos,
si tus actos siguen débiles
y no cambia el curso.

Del impulso, de la sed,
del calor, dolor y hambre,
de la abeja desahuciada
peleando lejos de su enjambre.

El mañana ya llegó,
y quedará a mi criterio,
si mereces ir al cielo
o te dejo en el cementerio.


José Tedesco

1 comentario:

  1. NOTA DEL AUTOR

    Recuerdo claramente haber escrito este poema en cuestión de 20 minutos, sentado en la plaza Altamira esperando que llegara la que en ese entonces era mi novia.

    "22 Daggers" surge como resultado de una amplificación intencional de mis sentimientos en ese momento.

    Permití que todo fuera exagerado dentro de mi mente, que todo se sintiera muchísimo más fuerte de lo que debería, con la finalidad de escribir algo intenso.

    Era una época donde quizá la impotencia y la desesperación acababan conmigo de a ratos; una época en donde era muy feliz, pero a la vez muy triste.

    El amor y sus altibajos.

    De las 22 dagas que lancé, considero a 4 como mis favoritas:

    -Ya los escudos/ están diezmados, / contempla, ¡vamos! contempla / el monstruo que has creado.

    -Sabor amargo / en cada interludio, / viene tu fracaso / con mi repudio.

    -Una vez más, / no encuentro el atajo / para mantener a raya / los altibajos.

    -El mañana ya llegó, / y quedará a mi criterio, / si mereces ir al cielo/ o te dejo en el cementerio.

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