A ti, que versé con tu alma en aquella madrugada, e hice prosas con tu cuerpo entero.
A ti, que interrumpes la nostalgia y hasta el tiempo con cada sonrisa.
A ti, lo que me faltabas, a ti lo que tengo por completo.
A ti, mis pesadillas de cada noche y los brazos que me rodean cuando despierto.
Y hacerle el amor a esta hoja con tu imagen en mi mente no es fortuito.
A ti, sin cuerdas ni trucos. Yo no quiero marionetas que se arrastren a mis pies.
A ti las palabras que se cuelan por las rendijas de mis labios y luego por las de tu armadura desgastada.
A ti, etérea y corpórea a la vez, a ti van mis bailes con el lápiz en esta solitaria madrugada.
¿Y a mí? A mí sólo me basta tu respiración.
José Tedesco
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