Siempre
con cautela,
ya
conoce el territorio,
desplegando
de sus armas
un
muy amplio repertorio.
Se
desliza cuidadoso
por
el pasto y la maleza,
calculando
sus movimientos,
acercándose
a su presa.
El
depredador evita,
las
trampas y los obstáculos,
para
hacer de la cacería
un
arte, un espectáculo.
Y
ahora que se encuentra cerca
y
que no ha sido notado,
sabe
con total certeza
que
la batalla ha ganado.
Cuando
quiebre tus defensas
habrá
mucho que te asombre,
pues
verás en mis ojos
mucho
más que un simple hombre.
El
depredador se hace notar,
la
presa no puede huir,
sus
músculos no responden,
su
miedo no puede omitir.
Se
deleita la vista
dando
vueltas alrededor,
“Mi
cena está servida”;
es
lo que piensa el depredador.
La
presa, por su parte, espera
a
que un error el depredador cometa,
pero
tal esperanza
viene
a ser obsoleta.
Ya
no estás a la defensiva,
ya
puedo pasar al ataque,
mi
boca será ese alumno
que
en tu espalda se destaque.
Débil
ante mis palabras,
débil
ante mi presencia,
yo
aún más débil si el destino
me
coloca en tu ausencia.
Peligroso
para tu corazón,
pero
como una droga, lo mantengo activo,
tú
mi musa misteriosa,
yo
un poeta pensativo.
Hoy
la luz de la luna
nos
llenará de color,
pues
mientras el depredador come,
yo
también: te hago el amor.
Y
cuando él se retire
a
digerir en la penumbra,
yo
aún te tendré a mi lado
y
estará más completa que nunca.
...
Hoy lanzaré los dados, sólo para decidir por dónde empezaré a besarte...
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