Caminando por las oscuras brechas
que deja el pasto, bajo las siniestras sombras que dibujan las lápidas a la luz
de la luna. No hay un alma que se escuche en el lugar, mas miles de ellas
deambulan a mi alrededor: las puedo sentir. Pero las ignoro, pues no tengo
tiempo que perder. Cuanto antes pueda disfrutar de tu presencia, más pronto
estaré feliz. Consigo pistas, rastros a medida que camino; la estela borrosa
que dejan los fantasmas de tu pasado. Me inclino por primera vez al notar la
muñeca en el suelo. Allí estás tú, con tu inocencia insensata; frágil en mis
poderosos dedos que, en vez de destrozarte, te acarician dulcemente,
regalándole color a tus mejillas, brillo a tus ojos, sinceridad a tu sonrisa.
¿Miedo?... ¡sí!, definitivamente percibo miedo. Tú no contabas con que fuera
capaz de encontrar esa muñeca; yo no contaba con que mi embeleso por ella fuera
tan fuerte. La beso en la frente sin parar de recordarte, y prosigo la
búsqueda.
No pasa mucho tiempo, cuando me veo obligado a bordear la zona para no
caer en un precipicio muy bien escondido. Me siento a orillas del precipicio,
contemplando tu profundo y mortal orgullo. Sonrío al ver que una innumerable
cantidad de personas ha caído, pero yo he logrado evadir la trampa. Sonrío
porque sé que, donde te encuentres, hay una marca en tu piel que se borrará con
mi presencia, y ya lo sabes.
Entonces noto mi error: me pongo de pie
sobresaltado, desenvaino mis espadas y arremeto contra esa diabólica sonrisa.
Destrozo a la muñeca con el triunfo dibujado en mi rostro, y la veo
desvanecerse en un montón de cenizas que se dispersan con el viento. Comienzo
mi descenso cauteloso, apoyándome en las traicioneras rocas, con la confianza
puesta en que no me traicionarán a mí.
"En
el sitio menos esperado, como, irónicamente, era de esperarse" -le digo al
suelo, una vez que llego al fondo del precipicio, sabiendo que me escuchas.
En
el suelo, ligeramente enterrada, la verdadera muñeca. Me inclino por segunda
vez para comenzar a cavar con mis manos aquella tumba sin lápida, con toda la
ansiedad y esfuerzo posibles. Finalmente, logro desenterrarte.
"Dile
a tus demonios que no podrán engañarme, y a tu orgullo que, por más profundo
que sea, siempre llegaré a conseguir a tu verdadero ser" -te dije, justo antes
de darte un ligero beso para despertarte-.
Te
puse en mis brazos, y desaparecimos.
...Even in a graveyard, you
can find beautiful flowers...
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