Cuenta
una antigua leyenda,
que
hay una fuente escondida,
para
la vista de pocos
que
en realidad tienen vida.
Y
esta fuente no se seca
aunque
el sol tenga hambre,
pues
si el agua se acabara,
seguiría
fluyendo... sangre.
Gente
que la busca
para
de su belleza despojarla,
¡qué
desperdicio de tiempo!
jamás
podrán encontrarla.
Sin
la mirada adecuada,
ni
con talismanes de renombre,
la
fuente hará ademán alguno
de
parecer algo más que un hombre.
Sin
el brillo requerido
que
sus escondrijos alumbra,
la
fuente seguirá lejos
aunque
esté a tu lado en la penumbra.
Cierra
los ojos,
ahora
mira atentamente,
sonríe
con inocencia
y
allí estará la fuente.
Y
una vez que la consigas,
bebe
de ella hasta saciarte,
contiene
una mezcla
de
amor y pureza... energía y arte.
Y
cuando la saciedad te invada,
acaricia,
abraza, toca,
y
encontrarás suavidad
en
su mármol, en su roca.
...Cualquier
persona que sepa vivir, aún lanzando los dados, sabrá que lo que consiga, no es
suerte ni casualidad...
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