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domingo, 23 de febrero de 2014

Lágrimas (2011)

Érase una vez
un extraño poeta,
que reía en su ironía
por cuestiones obsoletas.

Se pasaba noche y día
buscando un sentido a todo,
con la gente del montón
luchando codo con codo.

Haciendo todo a su modo,
soñando con ser feliz,
sin saber que en ese ámbito
no era más que un aprendiz.

Y la noche lo veía,
y él devolvía la mirada.
“Hoy no estoy para ironías”.
Su cara estaba opacada.

Y al bajar el rostro triste,
al notar la letra floja,
una lágrima resbala
suicidándose en la hoja.

 Hoy estoy donde no debo,
hoy mi alma está a tu lado,
y desde allá escribe ésto:
en tu dolor se ha inspirado.

El poeta, muy distante,
dejaba fluir los versos,
los ojos del corazón atentos,
los de la mente dispersos.

Y viajando por las nubes,
intenta escuchar su voz;
otra lágrima resbala;
se preocupa: ya son dos.

-Buenas noches, señorita
¿está acaso siempre así?
-No lo estoy, solo olvidé
el momento en que a plenitud viví.

Con su máscara hecha añicos
recogiendo los pedazos,
el poeta quiere tanto,
pero no puede dar un paso.

Y antes de reconstruir la máscara,
precipitada, a la carrera,
se resbala una lágrima
que viene a ser la tercera.

Pero ésta no se suicida,
sino que en sus labios reposa,
para besarla en la frente, y dejar, así,
signo más fuerte que el de una rosa.

-Buenas noches, señorita,
cierre los ojos sin miedo,
que la cuidarán mis versos,
que la cuidará mi esmero.

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