Vistas de página en total

domingo, 23 de febrero de 2014

Leyéndote (2011)

Ese libro que es tu rostro, con palabras sublimes, que cada quien puede interpretar a su antojo, y algunos, por casualidad o por experiencia, lo interpretan con exactitud. Esa mirada tierna que esconde tus casi irrefrenables ganas de besarme. Esa sonrisa fingida que esconde el dolor de tu pasado; yo lo entiendo.
Deja tú máscara a un lado, que yo haré lo propio con la mía. No necesitas intentar ocultar lo que yo puedo ver, y yo tampoco. Hay una lágrima acariciando tu rostro a hurtadillas; deja que sean mis dedos los que lo hagan, y que tu sonrisa adquiera fuerza.
   Es difícil ser comprendido cuando eres diferente, cuando levantas la cabeza resaltando por entre la multitud, diciendo "aquí estoy". Me enorgullece ser incomprendido: es la manera en la que me demuestro a mí mismo que estoy progresando. Me enorgullece caer: ¿cómo tropiezas con una piedra si no estás caminando? Me enorgullece ver gente a mi alrededor señalándome y riendo cuando caigo: nada como deleitar el paladar con el sabor del triunfo, una vez que te levantas y se dan cuenta que quedaron por debajo de ti, porque tú hiciste algo. Caíste, sí, pero aprendiste de la caída. ¿Te atormentan los fantasmas del pasado? ¿Y qué son los fantasmas, sino seres muertos?

El secreto está en ser tú mismo el verdugo, que vaya asesinando todo el pasado innecesario, sin preocuparse por los fantasmas que puedan perseguirte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario