Yo...
Soy
la representación de la persona que toma tus posesiones más valiosas, el
cadáver del cigarro asesinado por mis labios.
Soy
el tesoro que consigues en tu camino, la espada que consigues en tu meta.
Soy
los misteriosos ojos que iluminan tus rincones más oscuros.
Soy
el fuego de la vela que se ahoga, sin oxígeno, dejando tus miedos en completa
oscuridad.
Soy
las manos que hacen su propio camino por tu cuerpo,
y
la boca que lo sigue, y los dientes que se hunden en tus heridas para hacerlas
más pronunciadas.
Soy
la máscara sonriente ante toda adversidad, y la sonrisa pura detrás de ella
cuando te ve sonreír.
Soy
la cruz que representa el sufrimiento del hijo de Dios, soy la cruz que se
voltea representando al traidor.
Soy
la daga que atraviesa a tu peor enemigo, la misma daga que te atraviesa cuando
le das la espalda.
Soy
el Sol en plena noche, regalando a las estrellas mi calor.
Soy
la Luna en pleno día, coloreando tu silueta del plateado del misterio.
Soy
el político que ciega, que arrebata tus instintos para que comas de su mano con
los ojos vendados.
Soy
la sucesión de vendas en el piso, la rebelión de las masas de los vivos que
cortan la mano del impostor.
Soy
los ojos que te ven y te desnudan.
Soy
los ojos que te huyen temerosos.
Soy
el que, sin saber nadar, se empeña en ir contra la corriente, el que cae muchas
veces, incluso porque se deja caer, pero siempre se levanta.
Soy
el blanco de mi Luz, y el negro de mis Demonios.
Soy
el que llora pocas veces, porque todo se lo guarda bajo llave en una celda.
Soy
el que cena corazones, el más débil, el más fuerte.
Soy
el rostro desfigurado de aquel muerto en pedazos, el rostro angelical de aquel
niño que sonríe.
Soy
el diluvio que destruye todo lo que has construido, y los rayos de Sol que
edifican el arcoíris sobre los escombros.
Soy
un misterio hecho persona, que ni yo mismo descifro, la pieza del rompecabezas
que no encaja casi nunca.
Soy
el dado que marca siete, y la carta en forma de esfera, el diamante a simple
vista para un ciego.
Soy
la hormiga que le da muerte al león, el cisne que derrota a la ballena.
Soy
el edificio donde crees que está Dios, y el atardecer donde te habla y no lo
escuchas.
Soy
los árboles que vienen a morir por un bombillo, y las manos desgastadas de la
mujer que, llorando, siembra otros.
Soy
el camino fácil que no te lleva a ningún lado, y el Infierno que te lleva al
Paraíso.
Soy
tanto que no soy nada, y tan nada soy, que lo soy todo.