“Pero yo te llevo años, tristezas, desnuda y
solitaria meditación nocturna en terrazas abiertas a los astros” Cortázar.
Crees entrever, entre la marea de desengaños
e insatisfacción lo que, a dos palmos de distancia (es decir, a lo lejos), está
sucediendo. La realidad es que caes sin haberte levantado siquiera, pero sigues
tu terco y tedioso proceso de intentarlo de nuevo para no aceptar que, una vez
más, has errado en tu intento de elegir el camino correcto.
Cofres repletos de
oro te rodean y, aún así, no consigues ni conseguirás satisfacción. Porque lo
que buscas, la calma, te la arrebaté desde la primera estocada, y llénate una y
otra vez de oro, o de diamantes si te apetece: acaricio
monótonamente y con cierto aire nostálgico aquello que, entre agua salada y destellos
carmesí, te pertenece… nos pertenece.
No hay comentarios:
Publicar un comentario